En mi estancia en Sicilia he buscado, como hago siempre en los
viajes, construcciones, sobre todo tradicionales, con rasgos bioclimáticos
propios del clima o de los materiales del lugar, de los que pueda aprender. En
este caso no he encontrado nada más allá de grandes muros de piedra o alguna clásica
protección solar.
Sicilia tiene un paisaje mediterráneo hermoso, como del que
disfrutamos en muchas partes de España. Sin embargo, lo más atractivo de Sicilia
hay que buscarlo en sus monumentos históricos. La arquitectura griega dórica de
la Magna Grecia, en mi opinión, es la más interesante que se puede observar de
este estilo en cualquier parte del mundo, incluida la propia Grecia. Los
templos de Segesta y Selinunte mantienen su estructura perimetral completa con
una rotunda columnata. Son una maravilla de la que se disfruta a pesar de las
altas temperaturas que padecí visitándolos.
Templos de Segesta y Selinunte. Una medida de la temperatura que había durante mi visita.
Los teatros de Siracusa, Selinunte o Taormina, son otro ejemplo
de ello. A mí personalmente, aunque me gustó más el de Selinunte, me interesó especialmente
el de Taormina porque en él se pueden ver el efecto Venturi en los vomitorios
que dan a la bahía, generando en puntos altos una zona espléndidamente
ventilada.
El teatro de Selinunte y medidas de la velocidad el aire en el de Taormina.
Igualmente
magníficos son los ejemplos de arquitectura normanda y bizantina, entre los que
destacan los interiores de la catedral de Monreale o de la capilla Palatina del
Palacio de los Normandos, hoy sede del parlamento, en Palermo. La catedral de
Monreale, promovida por Guillermo II, está a las afueras de Palermo sobre una
antigua finca de caza de los reyes normandos y su decoración de mosaicos
bizantina es espectacular.
Interiores bizantinos de Monreale y de la Capilla Palatina
Otro ejemplo de arquitectura clásica que hay que visitar es
la villa tardorromana del Casale, que es una muestra perfectamente conservada
de una gran mansión de los siglos III y IV. En esas casas romanas probablemente
esté uno de los caminos que ha llevado a la arquitectura bioclimática actual, estructurada
y pensada inteligentemente. Su peristilo permite ventilar todas las
dependencias, y el impluvium que en él se encuentra permite rebajar la temperatura
del aire sumamente caluroso del interior de la isla para utilizarlo en la
ventilación. Los muros gruesos de tierra
y piedra mantienen estable la temperatura en verano, mientras que en invierno la
calefacción se difunde desde el suelo gracias al hipocausto, antecedente de
nuestros suelos radiantes, de la forma más eficaz y saludable, y con un consumo
razonable de combustible.
Los hornos de la villa del Casale, situados en el exterior de la casa, y el hipocausto
La calidad de los monumentos en Sicilia es indudable, pero el
medio ambiente y el entorno natural están descuidados. Pude ver los resultados
de los muchos incendios que deben padecer por toda la isla de forma habitual, incluso
vi incendios cerca de la carretera provocados por las colillas tiradas
descuidadamente por las ventanillas de los coches, algo que también puede
presenciar en muchas ocasiones. Pero no sólo es descuido, también es falta de
efectividad en el uso de los recursos en la extinción. En un artículo de El
País del 19.08.12, Sicilia, región en
quiebra, se señala que en Sicilia hay 26 000 guardas forestales, más de lo
que hay en el resto de Italia, y que, sin embargo, cada verano es la región con
más incendios; se han creado muchos empleos pero poco servicios.
Las basuras tampoco parece que sean un tema que cuiden
especialmente en Sicilia. La gestión de las basuras ya sabemos que debe ser una
de nuestras grandes preocupaciones medioambientales, pero si no hay cultura del
reciclado y las autoridades ven más un negocio o una baza política que una
necesidad social, el problema se acrecienta. La gestión "técnica" de
los residuos en Palermo deja a diario en las aceras auténticas montañas de
bolsas de basura que impiden incluso la circulación en las aceras o el acceso a
las paradas de autobús.
Basuras en Palermo
A pesar de contar con un clima mediterráneo con alta
radicación solar, tampoco se ven colectores solares térmicos en ningún edificio.
Sabemos que esas medidas deben incentivarse económicamente para paliar los
gastos iniciales o las incomodidades que provocan las instalaciones, pero
parece que el dinero se dirige a pagar al amplísimo plantel de altos cargos; en
Sicilia hay 1 800 altos cargos, tantos como en todo el Reino Unido, y el
gobierno regional emplea a 100 000 personas, una por cada 50 sicilianos, que
pueden jubilarse con el 108% de su sueldo a los 25 años de servicios (El País,
19.08.12).
Se ven algunas huertas fotovoltaicas por la carretera, que
hace pensar en el negocio más que en el aprovechamiento. También se ven
pequeños parques eólicos con un número de molinos muy reducido. Sobre algunas plantaciones se ven ventiladores en forma de molinos. Teniendo en cuanta el riego de helada en invierno, es normal el uso de calentadores móviles. La función de estos ventiladores es mover el aire caliente, distribuirlo entre todos los árboles y evitan que se hielen los frutos y que con ello se pierda la cosecha.
Ventiladores para mover el aire sobre las plantaciones
Un lugar donde se mantienen técnicas tradicionales de
aprovechamiento de los recursos naturales con energías renovables es en las
salinas que se extienden de Trapani a Marsala. Allí sigue habiendo molinos de
viento de velas, tipo cretense, para bombear el salitre de unas bancadas a
otras y para moler la sal obtenida. Son grandes extensiones de agua marina organizadas
en cuarteles a diferentes niveles, que muestran lo que fue esa gran explotación
en el pasado. Una vez recogida la sal, los montículos se cubren con tejas para
evitar que se moje si llueve. Aún se mantiene un aprovechamiento artesanal hoy
en día y un pequeño negocio de sal a precio de oro.
Imagen de las salinasde Trápani y de los molinos que se emplean en su explotación
Otra gran despreocupación es el tráfico, los desplazamientos
y todo lo que ello conlleva. No se ha dado carácter prioritario al estudio de
la movilidad en las grandes ciudades, ni en las redes que las conectan. En el artículo
al que estoy haciendo referencia, hay una frase del concejal regional de Obras
Públicas: “tenemos un número infinito de
empleados pero seguimos utilizando la red viaria de los Borbones”. El
tráfico en Catania, pero sobre todo en Palermo, es caótico en el sentido más
mitológico el término. No se trata de ciudades con calles estrechas, lo que
siempre supondría una dificultad a la circulación y al desplazamiento de las
personas, sino de la falta de estructuración y racionalización de la
circulación, con vías que cambian permanentemente de sentido y que obligan a
desplazarte de izquierda a derecha, de norte a sur, continuamente, generando un
flujo de vehículos endemoniado donde no predomina la educación vial sino la ley
del más fuerte. No se contemplan aparcamientos disuasorios, zonas peatonales o
vías reservadas para una red pública; es un sálvese quien pueda.
A pesar de esos grandes descuidos, el medio natural y su
riqueza son potentes en la isla. La presenciad el Etna nos recuerda el poder de
la naturaleza. La sensación de estar a 3 000 m de altura junto a las activas bocas
del volcán, sentir bajo los pies la fértil ceniza volcánica y el drenante picón,
y ver el hielo que se oculta entre la lava, es única. Ver como las plantas
espontáneas se abren paso entre la lava solidificada, hace pensar en las
posibilidades altísimas que tendrían estos recursos aportados por el volcán
sobre las cubiertas planas de las edificaciones, para recuperar la naturaleza
en forma de superficies vegetales, lo que llevaría a asegurar la biodiversidad del
entorno y estabilizar el clima. La fuerza del volcán debería ser un referente
energético para todos los sicilianos.
Imágenes del Etna
La inercia de los gruesos muros la pude apreciar en entornos
subterráneos, como las galerías que recorren el subsuelo de Siracusa. Por ellas
se movía la población durante la guerra y más que probablemente se usaban para
el contrabando, ya que una de sus salidas da directamente al mar. Allí abajo
medí 20 ºC frente a los más de 30 ºC del exterior, a pesar de no estar
enterrado más allá de 5 ó 6 metros. También lo medí dentro de la Oreja de Dioniso, la cueva formada por
las extracciones de la piedra necesaria para la construcción del teatro de
Siracusa, que aunque no es una cueva estrictamente, en cuanto que te alejas de
la boca notas una bajada notable de las temperaturas, tanto del aire como de la
paredes.
Las cuevas de Siracusa y la la oreja de Dioniso
Junto con la inercia, en la arquitectura tradicional indefinida
de la isla, las protecciones solares son frecuentes. El uso clásico de una persiana
volcada sobre la barandilla del balcón para sombrear la puerta cristalera al
tiempo que se permite la ventilación, aquí tiene el aspecto de cortinaje
rayado, con argollas y pasadores, como si del interior de la habitación se
tratara. Donde lo vi con mayor profusión fue en Cefalú, aunque en otros pueblos
de la isla también se dejaba ver.
Protecciones solares clásicas en Cefalú
En resumen, creo que la política puede a la sostenibilidad
en Sicilia, y tanto en el uso o despilfarro de recursos, como se quiera ver,
como en las prioridades, la sostenibilidad no parece importante.
En este momento lo que me ofrece Sicilia es cultura e
historia, sus monumentos son numerosos y de gran calidad, pero no me ha resultado
cómoda. He comido bien, sin necesidad de recurrir a la pasta o la pizza, y el
trato con la gente ha sido magnífico, pero no he encontrado ese punto de
química con el lugar. Creo haber visto y disfrutado de mucho de lo interesante
que tiene, pero también sé que, aunque me faltarían otras muchas cosas por
visitar, en el mundo hay muchas puertas que me están llamando llenos de los
guiños bioclimáticos que estoy buscando. La vida es demasiado corta y no creo
que vuelva a Sicilia; espero guardar en mi dolorida retina las imágenes más
memorables: el Etna, el paisaje, las costas, los monumentos.